dilluns, 13 de maig del 2013

Butterfly.

  La niña de ojos de chocolate se sienta en el bordillo. Las plantas acarician sus piernas. Aparta el pelo de su rostro y levanta la vista. Aparecen, una a una, mariposas del más azul de los azules. Revolotean, y ella sonríe, maravillada. ¿Es eso corazón? ¡Están formando un corazón! Cada vez se hace más amplio... ¡Eh! El corazón se deshace... La niña baja la vista, decepcionada. ¿Y eso, es un pájaro? ¡Vaya! Las mariposas forman un pájaro con las alas extendidas. La niña aplaude, emocionada. Entonces, empezando por las alas, la forma del pájaro se deshace. Una pequeña lágrima asoma a sus ojos de chocolate. ¿Y ahora...? Ahora las mariposas forman una gota. Como una lágrima. La niña, enfadada, se levanta de un salto y corre hacia ellas, deshaciendo la formación.
     12 años más tarde, la niña de ojos de chocolate es una muchacha. Vuelve al bordillo, llorando por culpa del amor. Una mariposa del más azul de los azules vuela hacia ella y se posa en su rodilla. Y recuerda. Y entonces, enfadada, borra la lágrima que recorre su mejilla. La mariposa aletea y se aleja. La muchacha de los ojos de chocolate sonríe.
    El amor se puede desvanecer tantas veces como quiera, pero siempre estará ahí. La libertad puede parecer inalcanzable, pero existe. Y las lágrimas... si son de dolor, no las quiere. Y las deshará. Aunque siempre la acompañen, escondidas en sus ojos de chocolate.
   
                                             
   

     

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