dilluns, 13 de maig del 2013

J'aime le souvenir de ces époques nues.

Evangeline. Evangeline y su pelo de seda. Evangeline y su sonrisa pícara. Evangeline en esa ventana fente al Sacre Coeur. Evangeline.
    Una copa en Au Progrès. Mi mano en su cintura a las 4 de la madrugada. Una colilla tirada en la Rue Lamarck. La señora Aubriot y su insomnio. Los zapatos de tacón rojos de Evangeline en sus manos. Su gata Audrey en el sofá.
  Y después el campo de batalla de sus sábanas y la trinchera de su cuerpo. Un mordisco en mi labio y el sabor al tabaco Gauloises en su lengua. Evangeline, Evangeline, oh, mi Evangeline...
   Desayunos a las 3 de la tarde con Evangeline llevando mi camisa, que dejaba adivinar sus pechos livianos. Me leías a Baudelaire y yo pasaba mi mano por tu hombro.
  ¿Dónde estás, Evangeline? ¿Dónde han quedado esos atardeceres sentados frente a Notre Dame? ¿Nunca más volveremos a besar la tumba de Oscar Wilde? El tiempo huye, las arrugas ocupan mi rostro... ¿Cuándo volveré a sentirme en vida?

                                 Mon esprit, tu te meus avec agilité,
                                 Et, comme un bon nageur qui se pâme dans l'onde,
                                Tu sillonnes gaiement l'immensité profonde
                                 Avec une indicible et mâle volupté.

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