divendres, 1 de març del 2013

Rosenrot.

Nunca os atreváis a despreciar a la rosa. La rosa tiene un poder infinito, difícil de explicar. La rosa es hermosa como la vida que brota en Mayo, como las mejillas de las muchachas felices, como la sangre que recorre nuestras venas, como la vida. La rosa le da belleza incluso a la muerte, pues las gotas de sangre, además de recordarnos la vida que una vez implicaron, se asemejan a los pétalos de la rosa. Los pétalos de la rosa pueden ser la consumación de la pasión entre dos personas, el bienestar que produce su aroma, la extraña, inexplicable y bellísima suavidad de su tacto... Cuando se entrega una rosa a alguien es una prueba irrefutable de admiración, pero también un implícito recordatorio de los finales. Porque una rosa cortada sobrevive, porque es fuerte, pero al final, como todo, muere. Pero aún muriendo, la rosa es magnífica. Pasa de su rojo apasionado a un púrpura mayestático. A la rosa hay que dejarla morir de pie. Es el mínimo honor que se le puede rendir.
     La rosa es mi musa más preciada: hermosa como ella sola, pero con espinas que te hacen difícil el acceso a ella. Y cuando al final lo consigues, los pinchazos en tus dedos no importan, porque el simple placer de observar de cerca y poder tocar y oler una rosa merece totalmente el sacrificio.
                                      Sie will es und so ist es fein [...]
                                      Was sie will bekommt sie auch.

2 comentaris:

  1. Mayestática, así es tu visión de una rosa y de la vida, verdad? Se nota en tu léxico un fuerte aroma a rock, a pasión y un orgullo felino que,nadie, después do todo, te ha podido arrancar.

    '' A la rosa hay que dejarla morir de pie. ''

    Simpre.

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    1. Así es, la entereza hay que conservarla hasta el último momento. Eso es lo que nos hace grandes. Podemos conseguirlo :)

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