diumenge, 7 d’abril del 2013

I hate you baby, 'cause you don't wanna love.


Johanna, acostada en el suelo, en posición fetal. Mirada perdida. De repente sus pupilas se mueven en otra dirección. Su mente funciona otra vez. Y recuerda…
   Ella es pequeña. Trenzas desechas. Un libro de cuentos en sus manos. Alicia en el País de las Maravillas. Se dirige a la cocina a por un vaso de agua. Su madre sentada junto a la mesa, con su bata color violeta. Qué guapa es. Su pelo color trigo es lo que más le gusta a Johanna. Sus ojos grises miran a la nada. Tiene algo en la mano con lo que juega. Se le cae al suelo y la niña lo recoge y se lo da. Vaya, es la pastilla. Su madre le ha dicho que es una pastilla para ser feliz. Tiene grabadas las letras S T. “Smiling Time”, dice su madre. Johanna quiere probarla, pero su madre la riñe y la advierte de que no toque esas pastillas. “Tu eres feliz, a la mamá le cuesta.” Johanna asiente y vuelve al salón. Pero antes ha visto como una lágrima fugaz escapaba de los ojos de mamá.
     Vuelta a la realidad. Suena de fondo “Come As You Are”, de Nirvana. No se acordaba de que ha dejado encendido el tocadiscos. Se levanta y se sienta en el sofá. En la mesa una foto de él y ella. Rota por la mitad. Coje el mechero que él le dio una vez. Quema los trozos. Como si fuese tan fácil quemar los recuerdos…
  “Mamá, qué jodida mentirosa. Era Sertralina, la pastillita. Es igual. A mí tampoco me sirve, mamá. No es suficiente para hacerme sonreír.”
    Johanna cierra los ojos y empieza a reír. “Qué cojones, que le den. Él se lo pierde.”

             

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